miércoles, 9 de marzo de 2016

Mujeres son contagiadas de VIH-Sida por sus esposos o parejas estables

Ángel García
Xalapa, Veracruz

Más de la mitad de pacientes con Sida en la Entidad son mujeres, la mayoría de ellas casadas y con una pareja estable, dijo Patricia Ponce Díaz, integrante del Grupo Multisectorial VIH-ITS Veracruz, luego de asegurar que Veracruz es el tercer Estado que aporta más mujeres contagiadas a nivel nacional.
En conferencia de prensa, en el marco del Día Internacional de las Mujeres, precisó que en todo México la panorámica es similar y que de acuerdo con estudios oficiales se sabe que al menos un 60 por ciento de las mujeres infectadas tienen de 10 a 24 años, lo que representa una grave problemática que advierte que el margen de edad cada vez es más amplio.
De acuerdo con su información, en Veracruz hay 22 mil 785 casos acumulados de VIH y que de este universo un 69 por ciento desarrolló Sida, sin omitir de que de esa cifra un 57 son mujeres.
Además, sostuvo que hay 15 mil 680 casos acumulados de Sida y que por cada 3 hombres hay una mujer infectada, sin olvidar que de los aproximadamente 7 mil 105 casos de VIH en la Entidad un 36 por ciento corresponde a mujeres.
Advirtió que entre la sociedad se sufre de una feminización del VIH/Sida a causa de las condiciones de desigualdad entre hombres y mujeres.
Reiteró que, según sus estadísticas, Veracruz ocupa el tercer lugar nacional en lo que se refiere a un número acumulado de mujeres con VIH/Sida y el segundo lugar con el número de menores de 18 años con tratamiento por este virus.
Al realizar la presentación de la Agenda Política en Materia de VIH/Sida, sostuvo que el virus afecta de forma diferente a hombres y mujeres al sostener que la desigualdad y la discriminación atribuible al género son los principales factores que afectan a las féminas.
Del mismo modo, insistió en que las mujeres son las más vulnerables a la infección debido a sus características biológicas, económicas, legales y sociales, pues al vivir en contextos de mayor desigualdad social carecen de una adecuada salud sexual y reproductiva y de información.
Asimismo, al vivir en condiciones de desigualdad, señaló, las mujeres tienen pocas herramientas para negociar el uso del condón, lo que finalmente ocasiona que sean estigmatizadas y discriminadas por estereotipos y normas de género.
Detalló que la Agenda Política en Materia de VIH/Sida está diseñada para quienes ya toman decisiones y deben estar conscientes de la importancia de la protección.
Finalmente, manifestó que la agenda necesita del seguimiento correspondiente al precisar que plantea un presupuesto específico para trabajar por medio de la prevención, del tratamiento y de una atención integral de esta enfermedad.

Violencia económica es la más padecida por las mujeres: INM

Ángel García
Xalapa, Veracruz 

El Instituto Municipal de las Mujeres (IMM) atiende diariamente de 3 a 4 mujeres que recurren en busca de apoyo por haber sufrido algún tipo de violencia, principalmente la económica, dijo la directora de este organismo, Yadira Hidalgo González.
En el marco del Día Internacional de las Mujeres, precisó que la violencia económica destaca como la primera problemática que enfrentan las féminas de este municipio al detallar que algunas de sus parejas se niegan a otorgar los recursos que se requieren para la manutención de sus hijos.
Precisó que a todas las que se acercan al IMM para solicitar ayuda son apoyadas por medio de orientación jurídica y psicológica en busca de soluciones que les ayuden a mejorar sus condiciones de vida y para hacer valer sus derechos como mujeres.
Citó que los varones inventan cualquier pretexto para no dar pensión alimenticia a sus hijos y que a pesar de que se ha tratado este tipo de casos durante muchos años en busca de soluciones, con base en un marco jurídico, citó que aparentemente no hay forma de obligarlos a cumplir con sus obligaciones.
Además, anunció que el 22 de este mes se llevará a cabo la presentación de las cinco unidades de atención y prevención de la violencia de género que empezarán a funcionar en las delegaciones y congregaciones de esta capital en beneficio de las mujeres.
Finalmente, señaló que las solicitudes de apoyo por violencia económica en agravio de las mujeres son comunes y que por ello el IMM atiende de 3 a 4 casos de mujeres con solicitud de ayuda diariamente tan sólo en este municipio.

“Entierran” expresiones machistas en la escalinata de la Catedral

Ángel García
Xalapa, Veracruz 

La artista Wendy López colocó cruces de madera sobre las escalinatas de la Catedral Metropolitana para concientizar a la población sobre algunas de las expresiones machistas que a diario se usan como forma común de expresión.En el marco del Día Internacional de las Mujeres, la autora empleó las cruces para simbolizar la muerte y el entierro de estas frases que durante siglos han denigrado a las mujeres.
La colocación de las cruces llamó la atención las personas que pasaban por el lugar y más aún por estar al pie de la iglesia. 
Entre las frases se podían leer: “Vieja el último que llegue”, “Tenía que ser vieja” y “Mujer que sabe latín no encuentra marido ni tiene buen fin”, que no han dejado de utilizarse a pesar de los avances en materia de equidad de género en los diversos rubros.
Wendy López aprovechó la conmemoración del Día Internacional de las Mujeres para recordar que se instituyó como recordatorio de la lucha en busca de la igualdad de los derechos entre hombres y mujeres.
La artista dijo que utilizó las escalinatas de la Catedral como medio de expresión de arte feminista, arte urbano y arte de protesta y señaló que los comentarios fueron diversos y de reflexión de parte de las personas que se detuvieron a leerlos y conocer más sobre esta conmemoración.

martes, 8 de marzo de 2016

Por qué la amistad entre mujeres puede superar el amor de un esposo

REBECCA TRAISTER
New York Times es

Sara y yo nos conocimos cuando trabajábamos sin descanso como empleadas de oficina en 1999. Nos hicimos amigas en un momento de nuestras vidas en el que las exigencias del trabajo aumentaban y comenzábamos a echar raíces en la ciudad. Nos dábamos alivio, reconocimiento, compartíamos la disposición a relajarnos, a evaluar y discutirlo todo.

La amistad femenina ha sido la base de la vida de las mujeres desde que han existido. En otras épocas, cuando había menos posibilidades de que un matrimonio, al que a menudo se recurría por razones económicas, proporcionara apoyo emocional o intelectual, las amigas ofrecían estabilidad íntima.

Ya que las mujeres vivimos una mayor parte de nuestra vida adulta sin casarnos, adquirimos nuestra identidad no necesariamente junto a un hombre o dentro de una estructura familiar tradicional, sino en compañía de otras mujeres: nuestras amigas.

Juntas, Sara y yo teníamos una red cercana con otras cuatro amigas con las que salíamos de vacaciones, pero también teníamos nuestro propio círculo de amistades por separado.

A diferencia de mis pocos romances de juventud, que más que nada me habían consumido, mis amistades con mujeres me reponían, y su efecto saludable se expandía hacia otras capas de mi vida: hacían que cosas que anhelaba, como un mejor trabajo, una remuneración más justa, mayor confianza en mí misma e incluso solo diversión, parecieran más alcanzables.

Cuatro años después de conocernos, al hombre con el que Sara había estado saliendo le ofrecieron un trabajo en Boston. Fueron novios a distancia por un año. Pero tenían que tomar una decisión: él tenía la intención de quedarse en Boston, aunque no era una ciudad que a ella le ofreciera muchas oportunidades profesionales.

Ver a Sara batallar para tomar una decisión fue doloroso. A fin de cuentas, en la juventud, nuestras vidas son mucho más maleables, se pueden unir sin tanto alboroto. El prospecto de romper con todo y reconstruirnos en otro lado se convierte en un proyecto mucho más abrumador de lo que habría sido si nos hubiéramos casado a los 22.

El día en que Sara se fue a vivir a Boston, después de semanas de empacar y regalar sus cosas, un grupo de amigos le ayudamos con el camión de la mudanza e intercambiamos largos abrazos y dijimos adiós mientras ella se alejaba. Cuando se fue, lloré.

No se equivoquen: creía que Sara debía irse. Quería que fuera feliz y entendía que lo que nosotras queríamos en nuestra amistad y para cada una no solo era una amistad sólida y un trabajo gratificante, sino también relaciones cálidas y funcionales con compañeros románticos y sexuales; ambas teníamos claros nuestros deseos de amor, compromiso, familia.

Sin embargo, en aquel momento me sentía tan devastada que escribí un artículo sobre su partida, “Girlfriends Are the New Husbands”, en el que contemplaba la posibilidad de que ahora son nuestras amigas quienes desempeñan la función que los cónyuges tuvieron alguna vez, y tal vez mejor que ellos.

A lo largo de la historia, las amigas nos han brindado atención, afecto y un medio para tener intercambios intelectuales o políticos en épocas en las que el matrimonio, que sigue siendo principalmente una necesidad fiscal y social, no era una institución en la que muchas podían asegurarse de obtener placer sexual ni compañía.

Seis meses después de que Sara se mudó a Boston, regresó.

Porque la relación por la que viajó a Boston no era plena. Y lo que es más importante: regresó porque la vida que había dejado en Nueva York lo era. Sentí tristeza al saber que su relación no había funcionado y alegría porque había construido una vida propia que era satisfactoria y bastante receptiva para darle una alternativa atractiva. Y estaba entusiasmada de tenerla de regreso.


Por desgracia, pueden aparecer divisiones entre amigas tan fácilmente como en los matrimonios. Tal vez porque ella estaba sanando heridas dolorosas mientras reconstruía su vida neoyorquina y estaba renuente a dejarse llevar de nuevo por viejos patrones; tal vez porque, después del dolor de decir adiós, yo me sentía temerosa de entregarme por completo, nuestra amistad nunca volvió a ser tan espontánea como había sido. “El regreso fue turbulento”, dijo hace poco de aquella época.

Entonces, un par de años después de su regreso, fui yo quien se enamoró. Ya no podía salir varias noches a la semana con mis amigas porque había conocido a un hombre con quien, por primera vez en mi vida, quería pasar esas noches.

No tenemos un buen plan de acción para integrar las intimidades contemporáneas de la amistad femenina y el matrimonio en una sola vida. De esta pequeña (pero nada insignificante) manera, creo, las mujeres del siglo XIX tuvieron más suerte, con todo y sus matrimonios casi siempre insatisfactorios y su segregación en una casta de género subyugada y reprimida.

En este ámbito, la tenían más fácil: podían mantener la alianza con sus amigas, porque había muchas menos probabilidades de que sus maridos fueran a tener un lugar competitivamente absorbente en sus vidas emocionales e intelectuales.

Sara cuenta que le sorprendió ver cómo desaparecía completamente debido a una relación, después de haberme conocido durante años como la única que no había tenido (ni necesitado) un compañero romántico estable. Fui la única que estaba mucho más dedicada a su trabajo y a sus amigas; la única que tan rara vez estaba en una relación que incluso había comenzado a hacer planes para tener un hijo por mi cuenta; la única familiarizada con que las amigas se alejaran para ir tras relaciones tradicionales. Y ahí estaba ahora, alejándome. “Me sentí feliz por ti”, dijo Sara. “Pero sentí que habíamos intercambiado lugares; me desperté una mañana siendo la feminista independiente y tú eras la que estaba loca por el novio”.

Para muchas mujeres, las amigas son las principales compañeras de vida; son las que nos hacen irnos a vivir a un nuevo hogar, acabar con malas relaciones, y están con nosotros en nacimientos y enfermedades. Incluso para las mujeres que sí se casan, las amigas están presentes al inicio y al final de la vida adulta, después del divorcio o la muerte del cónyuge.
No hay ceremonias para hacerlo oficial. No hay bodas, no hay prestaciones de salud ni unión libre ni reconocimiento familiar. Todavía no ha habido ninguna forma satisfactoria de reconocer el lugar que tienen las amigas para nosotras. Pero, dado que millones de nosotras nos quedamos solteras durante muchos años, tal vez debería haberlo.

Rebecca Traister principalmente escribe en la revista New York y es autora de “All the Single Ladies: Unmarried Women and the Rise of an Independent Nation”, su libro más reciente, del que se adaptó este ensayo.