sábado, 25 de enero de 2014

Mujeres receptoras de remesas, sometidas a la autoridad masculina

Carmen R. Ponce Meléndez*
Cimacnoticias | México, DF

Las jefas de hogar pobres son las principales receptoras de remesas. En promedio, el 65.1 por ciento de las remesas llegan a hogares encabezados por mujeres, son hogares que van de uno a tres integrantes. Con sus variantes, este fenómeno se repite en las entidades del país (promedio 2005-2013, datos ENOE-Inegi).
Dada esta situación de género, ¿cuál es la participación de las mujeres en las organizaciones que deciden el destino de las remesas y cuál puede ser la estrategia para mejorar el potencial de estos recursos y su destino?
Debido al crecimiento que ha registrado la migración activa de las mujeres –en búsqueda de ingresos propios, como proveedoras económicas–, y en virtud de la caída que han registrado estos flujos de recursos, se aprecia una disminución de su participación como receptoras, ya que en 2006 era de 72.8 por ciento y para el primer trimestre de 2013 bajó a 58.5, pero aún así siguen siendo mayoría, especialmente si se considera el natural subregistro de estas cifras.
La alta migración a Estados Unidos, como principal destino, genera remesas monetarias y remesas sociales. Las remesas sociales  implican un conjunto de ideas, cultura, educación, prácticas y formación de capital humano que fluyen del país de destino de la migración a la nación de origen.
Afectan las relaciones de familia, el papel de las mujeres, la identidad cultural, el cambio político y la mejora económica de los países pobres, expulsores de mano de obra como el caso de México que ocupa el primer lugar en el mundo en la materia y el tercero como receptor de remesas. Para 2012 su participación en el Producto Interno Bruto (PIB) fue de 1.9 por ciento.
Según el Banco de México (BdeM), para noviembre de 2013 la remesa promedio total fue de 288.97 dólares, alrededor de 3 mil 670 pesos. El 80 por ciento de estos recursos se destinan a las necesidades básicas de supervivencia; por lo consiguiente es muy poco lo que pueden disponer para ahorro o inversión.
De acuerdo con datos generados por el Banco Mundial y su informe sobre la pobreza en México, en la población más pobre de las zonas rurales –mujeres y sus hogares– las transferencias de remesas constituyen el 19.5  por ciento de su ingreso.
Esa proporción es superior a las transferencias de programas como Oportunidades y Procampo, que significan 10.2 y 3.8 por ciento de sus ingresos, respectivamente.
A nivel macroeconómico estos recursos mejoran las condiciones de la balanza de pagos, ya que disminuyen el déficit, también influyen en el tipo de cambio del peso respecto al dólar, y son una fuente importante de divisas.
Durante enero-octubre de 2013 se recibieron 19 mil 432.89 millones de dólares por este concepto, cifra inferior en un 7.3 por ciento a la percibida en el mismo periodo de 2012 (BdeM).
Para potenciar el aprovechamiento de estos recursos y como parte de una política pública, la Secretaría de Desarrollo Social generó el Programa “3x1 para Migrantes”.
Tal programa conjunta acciones y recursos con los tres niveles de gobierno y los Clubes de Migrantes, y por tanto trabaja con las remesas colectivas; desafortunadamente la participación de las mujeres en estas organizaciones es muy limitada.
Los recursos se destinan básicamente a obras de equipamiento urbano, cofinanciados por los tres órdenes de gobierno y los migrantes.
Aunque se pretendía dar prioridad a los municipios con alta marginación, esto no ha sido posible del todo debido a que la selección de las comunidades no coincide con el nivel de organización de los clubes.
Más del 50 por ciento de la inversión destinada por ese programa se concentra en Michoacán, Zacatecas y Jalisco.
También plantea la opción de desarrollar Proyectos Productivos para el Fortalecimiento Patrimonial, lo cual implica capacitación y seguimiento de los proyectos. Ahí es estratégico desarrollar trabajos de capacitación con un enfoque de género que posibilite el empoderamiento de las mujeres; está demostrado que ser receptoras es un elemento más de subordinación a la autoridad masculina.
Así como las remesas sociales tienen efectos en diversas esferas de la vida de los países y sus habitantes, las remesas monetarias tienen un impacto que bien se puede dimensionar en tres niveles: macroeconómico, indirecto (en la comunidad), y directo en los hogares receptores.
En todos los casos el rol de las mujeres es fundamental, sin ellas no hay desarrollo; pero es indispensable “trabajar” las desigualdades de género, cerrar las brechas de inequidad que son un obstáculo para potenciar el aprovechamiento de las remesas en beneficio de los hogares más pobres del país, donde urge desarrollar políticas exitosas.

Twitter: @ramonaponce

*Economista especializada en temas de género.